lunes, 26 de abril de 2010

Piedras

Acostumbrada a un dolor que se reitera
Tan familiar
Pero a la vez tan capaz de alterar el organismo
En cada una de sus apariciones sombrías.
Hormonas y procesos corporales
Que son el mármol donde se esculpen las sensaciones
Que desearía no tener.
Una piedra en bruto, inmutable
De ese modo
Desearía presentarle mi existencia al cosmos.
Sin pretensiones, sin excentricismos
Sin fluidos ni reacciones químicas
Que me hagan ser
Más que un simple pedrusco
En el sosiego de un paisaje virgen.
Donde el mundo
Deje de ser mundo
Y sea simplemente
Una palabra sin acepción,
La ignorancia ineludible de lo inorgánico,
Lo inexistente.
Mas es la necesidad de aire, mi cárcel.
La noción de un algo, mi pecado.
La cuestión innata de sentir, mi condena a la desdicha.
Intento olvidar mi condición y mis fantasmas
Y quitarme ese traje ultra sensorial que tanto me avergüenza.
Me abstraigo del universo que me enseña los sentidos
Caminando sobre nubes de anestesia
Que se contornean en dirección desconocida,
Tal vez, hacia ese paisaje soñado.
Duermen mis órganos
Duerme lo visible
Duerme lo tangible
Duermen los sabores
Duermen los sonidos y los aromas
Y por ende
Junto a todos ellos
Duerme la realidad en la que estoy
Eternamente, inexorablemente
Trágicamente inmersa.
Allí, y sólo allí
Existo.

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