domingo, 6 de noviembre de 2011

Deleites

Mientras el mundo no despoje
de sus pequeños placeres,
puede hacer cuanto le antoje
con una existencia huésped.

En cuanto a esta vida respecta,
no hace al mundo más reclamos
que aquel que el de ser provista
de todo aquello que llamo
levemente banal,
pero que abarca, en lo trivial
mucho de lo que amo.

En tanto él como anfitrión
me invite a un festín pomposo
y me ofrezca generoso
el olor a café tostado,
el amor desinteresado
en una mirada amiga,
o puñados de arena fina
escurridiza entre los dedos,
nada más pedirle puedo
que lo que aquí ahora diga,
pues sumar por ambición
muta a gula y da fatiga.

Si en buena voluntad
trae aires de viñedo,
el perfume de los lirios,
la música y los libros,
cantares de algún ave
en un amanecer corriente,
besos pasionales,
caricias insolentes,
un poco de cordura
y una pizca de delirio…
hálleme dichosa,
llena la barriga,
pleno el corazón,
densa la vejiga.

El plato y vaso vacíos
en buena ley degustados
y un sabor pronunciado
recorriéndome los labios,
me cuentan los resabios
de las vidas no vividas
que por necias, reprimidas
resignadas o fingidas,
no se entregan al deleite
y se pierden por vencidas.

Y así de satisfecha,
en un feliz arrebato
escribiendo sobre ello
me perdí por un rato,
escuchando con alegría
el ronroneo de un gato
que con la pancita llena
pone fin a su día,
y con bella osadía
se posa en mis cabellos,
los despeina con sus patas
y dibuja un garabato.

2 comentarios:

  1. Amiga, cuánta belleza en tus palabras, me encanta cómo escribís, cómo hacer ver el mundo mediante tus palabras. Adelante, siempre te voy a estar leyendo dichosísima!

    ResponderEliminar
  2. Puro deleite, deleite puro. Pureza en tus deleites. Humanamente bello, bella.

    ResponderEliminar