Altaneras,
las luciérnagas ancestrales
iluminan tu pupilas,
en un vuelo milenario.
Tus pestañas de miel y pluma
vuelan,
se desprenden en escala
y se pierden
en el aire místico y etéreo.
Diáfanos diamantes
que a tu lado son nada.
Cada célula en tu ser
es iridiscente y gloriosa.
Cada uno de tus poros
es una amatista atemporal.
Y yo, soy el tiempo
detenido en tus manos.
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