El mundo corre por mis venas
como una pluma sigilosa.
La sangre fluye, impetuosa,
con su torrente de penas.
Vuelan dentro las aves rojas,
emigrando al propulsor músculo.
(Lo gigante y lo minúsculo
El débil corazón aloja).
Algo aletea en una arteria,
con frenesí golpea sus muros.
Será el amor o la tenue histeria,
serán temores que quedan mudos.
La vida contenida grita,
el cuerpo vuelca incertidumbre.
Vertiente de gloria fortuita,
que desemboca en podredumbre.
Sangre calma o turbulenta,
que al correr bendice, o ahoga.
Amarra o ahorca, como una soga,
circula pacífica o violenta.
Estando, exalta y excita.
Y cuando no conmueve, alborota.
Ciclotimias intactas y paces rotas,
brotando en angustia infinita.
Las aves rojas vuelan fuera...
¡Se tiñe el asfalto moribundo!
Se ha parado por dentro el mundo,
se ha coagulado la espera.
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