viernes, 18 de octubre de 2013

Epílogo

Todas las esquirlas en mi pecho
guardan el sonido de tu nombre.
Y entre lo vivido y lo deshecho,
quedó la imagen de aquel hombre
que fue mi amor y mi despecho
y procuró que a la luz sombre
la ternura hecha desecho.

Las horas de ingenuos besos 
y de caricias desvergonzadas
no nos dejaron ilesos:
hirieron como punzadas
que calaron en varios huesos,
anatomías erizadas
de cuerpos que fueron presos.

El clímax se tornó literario,
Y nos condujo así al desenlace.
Cantaba, tal vez, un canario
mas no hubo nadie que lo escuchase.
En su pico se llevó el relicario
donde hoy tu recuerdo yace,
borroso y algo precario.

La jaula de historias rotas
encierra, también, la nuestra.
Las de todos los idiotas,
somos todos una muestra.

El amor es una ignota
sensación que nos secuestra
como el viento a las gaviotas.

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