domingo, 3 de mayo de 2009

Libertad





La libertad es una de las características más profundas del ser humano: Resume, en cierta manera, los rasgos precedentes, porque decide el presente, orienta y subtiende el devenir, y sobre todo constituye el yo. Estar determinado, en efecto, sería no ser uno mismo, sería ser un simple reflejo del mundo, un punto de reunión y una resultante de las fuerzas naturales. La individualidad se da, la persona se afirma por y en la libertad. ¿Qué es, pues, el acto libre? Ante todo es un comienzo absoluto, un acto irracional, por consiguiente, en el sentido de que no puede ser previsto ni explicado por la razón; toda la lógica del mundo es impotente para deducir las decisiones de un hombre. Además es una elección; lo cual significa, que en presencia de una alternativa se elige uno de los miembros con exclusión del otro. Quizá es posible superar las contradicciones y superarlo todo por la dialéctica hegeliana en el plano de la especulación pura; pero no, ciertamente, en el plano de la existencia ahí es sí o no. Por último: y esto nos hace penetrar en lo más íntimo de la libertad: por el hecho de elegir alguna cosa, sea lo que fuere, en el fondo se elige uno a sí mismo. La libertad, pues, consiste en elegirse: por una parte en consentir en ser lo que se es, en ser uno mismo, y por otra en querer devenir lo que no se es. Pero los dos aspectos se superponen, coinciden en realidad, puesto que el ser del hombre consiste en devenir. La libertad aparece así como una tensión del ser hacia sí mismo.




[de Lecciones sobre existencialismo, Roger Verneaux]

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